Juan Pablo Capón Filas (1)
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Siguiendo la amplitud de miras, la pluralidad de ideas y la invitación a la reflexión en la diversidad, que caracteriza al Equipo Federal del Trabajo desde su misma fundación, y conforme nos enseñara Rodolfo Capón Filas (2), analizaremos brevemente la obra de los profesores Acemoglu y Robinson, un libro clásico e importante, publicado en el año 2012, en la versión en español de Editorial Deusto, Barcelona, decimotercera impresión, de 2023.
El Profesor del MIT Daron Acemoglu y el Profesor de la Universidad de Chicago James A. Robinson “En por que fracasan los países”, pretenden brindar una explicación comprobable a la desigualdad entre los países y explicar porque algunos son más prósperos que otros.
Proponen un estudio histórico y político de la evolución de los países.
En primer término, los autores analizan las distintas respuestas que se han dado desde las Ciencias Sociales a la desigualdad económica entre los países.
Manifiestan su desacuerdo con las tesis de la “geografía” sostenida entre otros autores por el gran Profesor Jared Diamond, de la Universidad de California.
Jared Diamond sostenía que el desarrollo de las civilizaciones se originó en las condiciones de agricultura y ganadería que estuvieron a disposición de los distintos pueblos originarios.
Habiendo visitado durante un largo tiempo Nueva Guinea, en un estudio de campo, Diamond sostiene en sus obras que los habitantes de Nueva Guinea al no tener animales domésticos importantes (solo tuvieron el cerdo) y contar tan solo con alimentos vegetales de escasas calorías (no tuvieron alimentos de gran contenido calórico como el trigo y la cebada), estuvieron en inferioridad de condiciones materiales que les impidió equipararse a los Europeos.
Es decir la diferencia entre las civilizaciones y los pueblos estuvieron en “las cartas” que les tocaron a cada uno, que fueron radicalmente diferentes entre unos y otros.
Acemoglu y Robinson no están de acuerdo con Diamond, porque sostienen que esta explicación no es convincente, ya que no tiene un dato histórico comprobable para todos los casos.
Acemoglu y Robinson también cuestionan las hipótesis de la cultura, sostenida por autores que plantean la supremacía de la cultura europea sobre el resto de las culturas del mundo global.
Sostienen que esta hipótesis no logra explicar porque algunos países de América Latina que tienen gran cantidad de población que desciende de los europeos no son tan prósperos como Estados Unidos y Canada, con menor riqueza y desarrollo.
Además refieren que países como Japón y China, que no tienen población europea, sin embargo han crecido y se han desarrollado, esencialmente por la adopción de políticas que han impulsado el progreso de poblaciones asiáticas en términos similares y parecidos a los de ascendencia europea.
Por lo tanto la cultura no es una explicación de la desigualdad entre los países.
Refutan la hipótesis de la “ignorancia”, que afirma que la desigualdad es producto de la ignorancia y falta de conocimiento de las élites que gobiernan, que les impide por su ausencia de conocimientos útiles, desarrollar sus países y sacarlos de la pobreza.
Acemoglu y Robinson plantean que son las instituciones políticas de los países las que explican las diferencias del desarrollo entre los mismos.
Hay países con instituciones económicas inclusivas que otorgan seguridad jurídica a su población, respeto de la propiedad privada, un sistema educativo de calidad que permite alcanzar altos niveles de alfabetismo, un régimen legal y un servicio de justicia imparcial que garantice la igualdad de los ciudadanos ante la ley y ante los tribunales, un límite al ejercicio del poder de las élites gobernantes y un incentivo a los emprendedores que garantice que aquellos con buenas ideas, puedan acceder a financiamiento barato y accesible y puedan montar empresas, con impuestos razonables que no impidan su crecimiento.
En cambio otros países tienen instituciones económicas extractivas, que penalizan la propiedad privada, no permiten que la gran mayoría de los ciudadanos puedan participar de la prosperidad del país, instituciones que solo dan el poder económico a las élites gobernantes, que tienen malos servicios públicos educativos, malos servicios de salud y un sistema legal y una administración de justicia que son parciales y a favor de los poderosos y no de la mayoría de la población.
Dos párrafos destacados que explican la tesis central del libro:
“El éxito económico de un país difiere debido a las diferencias entre sus instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los incentivos que motivan a las personas”(p.95).
“Para ser inclusivas las instituciones económicas deben ofrecer seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos, además de permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona pueda elegir la profesión a la que se quiere dedicar” (p.96).
Es un obra importante, que aporta a la búsqueda del desarrollo.
Sin aportar ni pretender difundir recetas, el estudio permite reflexionar, para una mejor comprensión del mundo global.
Recomendamos su lectura.
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